De acuerdo con el Índice Global de Innovación del 2019 (Cornell University, INSEAD, WIPO, 2019), todas las economías de Latinoamérica y el Caribe se ubican por debajo de los 50 mejores países en innovación. Además, solo el 2% de la inversión mundial en investigación y desarrollo tiene lugar en países latinoamericanos y caribeños (Morales & León 2013).
En ocasiones los países, empresas o personas no notan la importancia que tiene la innovación para el desarrollo. En el caso especial de América Latina entender las razones para innovar se vuelve de especial relevancia debido al rezago que presentan sus países al compararse con otras regiones, máxime si tomamos en cuenta las carencias y necesidades en los campos económicos, sociales y ambientales que presenta esta región.

Uno de los objetivos más relevantes de las organizaciones en América Latina (y otros países) implica lograr su participación en la solución innovadora de los principales problemas de las comunidades con el fin de impulsar activamente el modelo de desarrollo que esos países latinoamericanos estén tratando de impulsar. Esto se logra a través de la generación de soluciones innovadoras para la construcción de una mejora en la calidad de vida de las familias y de cada uno de los colaboradores, tanto dentro como fuera de la organización.
Dentro de este contexto, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE o RS) juega un rol preponderante en la respuesta que las organizaciones puedan dar a las soluciones y necesidades de los consumidores, pobladores y comunidades en general, por medio de la innovación social y ambiental.
En otras palabras, la innovación, como parte de la RS de las organizaciones, juega un papel fundamental para la mejora de la calidad de vida de las comunidades, dónde el papel de las organizaciones privadas y públicas adquiere una gran relevancia para la implementación de los procesos de desarrollo y procurar que éstos tengan un impacto que genere soluciones sociales y ambientales, más allá de los logros meramente económicos.
¿Qué es la innovación?
Para algunos, la innovación se entiende como la capacidad de las organizaciones de, además de tener y generar ideas, contar con las directrices y los pasos a seguir para la ejecución e implementación de ellas (OBS 2019), lograr llevarlas al mercado y hacerlas llegar al consumidor final.
Otra forma de entender la innovación está relacionada con la necesidad de gestionar el cambio dentro de las organizaciones con el objetivo de hacer posible la adopción a los nuevos entornos de competitividad creciente (Innovation Factory Institute, 2013).
Innovar no es una tarea fácil para las organizaciones, sin embargo, aquellas que se consideran o son reconocidas como organizaciones innovadoras coinciden en que la innovación es vista como parte integral de su cultura y, como resultado, no es considerada como un esfuerzo aislado o realizada y adoptada para algunos pocos; la innovación se vuelve parte del ADN de la organización y por ende de las personas que colaboran para ella.
Según Morales y León (2013), uno de los mayores obstáculos para entender y poner en práctica la innovación es que cada persona tiene una idea diferente sobre su significado.
Esto es coincidente con lo expuesto por Goffin & Mitchell (2017), para quienes la innovación es un término aún incomprendido y que generalmente se asocia con nuevos productos; sin embargo, éste tiene un sentido más amplio. Motivo por el cual resulta de interés profundizar en su entendimiento, pues la errónea interpretación de este concepto ocasiona que las organizaciones fallen en su implementación
Lo anterior se debe principalmente a que en torno a la innovación existen una serie de mitos los cuales distorsionan el verdadero significado del término (Morales & León, 2013). Esto evidencia la necesidad de articular esfuerzos en definir un concepto único para no perder enfoque y ser consistentes en la generación innovaciones que verdaderamente agreguen valor, dejando a un lado los mitos y falsas concepciones sobre la naturaleza del término.

¿Creatividad es lo mismo que innovación?
Los términos creatividad e innovación frecuentemente se confunden, principalmente en aquellas organizaciones que carecen de una cultura de innovación. Desde un enfoque teórico, la innovación incluye mejoras tanto a nivel tecnológico como a nivel metodológico y puede manifestarse en forma de nuevos productos, nuevos procesos, nuevos acercamientos al mercado, nuevos canales de distribución y nuevos enfoques de negocio resultantes de la experiencia o de la investigación y desarrollo (Goffin & Mitchell, 2017).
Es decir, son las ideas aplicadas de manera sistemática con el fin de crear valor en forma de nuevos procesos, servicios, productos y modelos de negocio.
Por su parte, la creatividad puede ser entendida como “una habilidad individual para generar ideas nobles e imaginativas, alternativas, o posibilidades que pueden ser utilizadas para resolver problemas y completar tareas” (Csikszentmihalyi, 2013).
Es decir, la creatividad es generar ideas, las cuales no necesariamente deben ser aplicadas. Por ende, podríamos decir que se puede ser creativo sin ser innovador, ya que se puede llegar a generar ideas y no implementarlas. Pero difícilmente se puede ser innovador, sin ser creativo.
Erróneamente se ha simplificado el concepto de innovación relacionándolo solamente con el lanzamiento de nuevos productos. La innovación cuenta con diferentes dimensiones las cuales incluyen nuevos productos, procesos, servicio, procesos de negocios y modelo de negocios (Goffin & Mitchell, 2017).
Otro de los errores comunes es el de interpretar la innovación únicamente como el equivalente de tecnología. Si bien la innovación, muy frecuentemente, conlleva el desarrollo de nuevas tecnologías, no necesariamente deben tomarse como sinónimos, esta puede verse también como solución social y ambiental.
Según Barrere et al., (2012) la innovación puede ser entendida como el proceso que permite la generación e incorporación de nuevas tecnologías y conocimientos de distinto tipo, por lo que se podría decir que este proceso, no solo consiste en un conjunto de actividades exclusivamente científicas y tecnológicas, sino también organizacionales, financieras, comerciales sociales y ambientales.

Por ejemplo, existen innovaciones que provienen de ideas muy simples que no requieren de la aplicación de tecnologías para su implementación. En otras palabras, la innovación solamente requiere de la identificación de una oportunidad, la generación de ideas creativas para aprovechar esa oportunidad y la ejecución de la estrategia para transformarlo en valor (Morales & León, 2013).
La innovación a diferencia de la creatividad debe crear valor y generar una ventaja competitiva para la organización que la implementa, sea este en forma de nuevos ingresos, reducción de costos, fortalecimiento social, mejora del ambiente o cualquier otro impacto positivo. En términos prácticos, se puede señalar que “si la innovación no hace sonar la caja registradora, no merece llamarse innovación” (Morales & León, 2013, p. 23).
A lo anterior se deben agregar las innovaciones de carácter social, las cuales según el Manual de Oslo de 2018, son innovaciones definidas por sus objetivos sociales, para mejorar el bienestar de los individuos o las comunidades (OECD/Eurostat, 2018).
En otras palabras, la innovación puede entenderse como el producto de la transformación de una problemática en una oportunidad, la cual es resuelta de manera creativa y luego gestionada correctamente.

La innovación en el mercado
Debido a la acelerada forma de vida que se tiene actualmente y la necesidad de las personas de adquirir nuevos o mejores productos para la satisfacción de sus necesidades, el mercado se expone a la demanda constante de generación de soluciones prácticas y viables a esas necesidades, utilizando medios que sean más rápidos y efectivos para la obtención de resultados.
Por esto, el proceso innovativo debe ser constante; en el momento que las organizaciones detienen la aplicación de la mejora continua o la generación de nuevos productos o servicios, se pierde la posibilidad de que sigan progresando a largo plazo. La forma en la que las empresas pueden sobrevivir será el mantenerse vigentes, acorde a las necesidades que tiene el consumidor, satisfaciéndolo no sólo desde el punto de vista comercial sino tomando en cuenta sus necesidades sociales y ambientales.
Es aquí donde la Responsabilidad Social de las organizaciones (RS), juega un papel fundamental para ligar la innovación, sus resultados comerciales y las soluciones sociales y ambientales. Existe una clara relación entre la RS y la innovación social y ambiental. En este campo, se observa que han surgido un gran número de iniciativas innovadoras muy diversas, entre las que destacan los emprendimientos sociales, la innovación abierta, la economía colaborativa, usos comerciales y sostenibles de la biodiversidad, etc., que nacen a partir de la creatividad y el empuje de diferentes movimientos y grupos de la sociedad. (Hernández-Ascanio, Tirado y Ariza-Montes, 2016).
Caso: empresa «Natura», Brasil
Un ejemplo de una organización exitosa que ha logrado incorporar la actividad económica comercial, su permanencia y crecimiento en el mercado, pero sin perder de vista su responsabilidad social y ambiental para con sus consumidores, proveedores y las comunidades, es la empresa Natura de Brasil.
Natura, es una empresa brasileña del sector higiene, cosméticos y salud. Luego de identificar un nicho de mercado interesado en productos elaborados a base de ingredientes naturales, (basada en la biodiversidad brasileña), utiliza como ingredientes de sus productos (jabones, champús, acondicionadores, hidratantes y perfumes) aceites y sustancias naturales usados tradicionalmente por las comunidades indígenas del interior del país.

Escrito por Carlos Salas León, MBA. en Administración de Negocios, MA. en Desarrollo y Políticas Públicas. Doctorado (en proceso).